Por: Francisco Cruz
Con Félix Antonio MartÃnez (actual Cónsul General en la ciudad de New York, y mejor conocido por Ronny), me unen lazos de amistad y de militancia polÃtica; pero también, visiones y aspiraciones. Es un polÃtico formado en la Escuela-partido que fundara el profesor Juan Bosch, por lo tanto, uno de esos cuadros polÃticos formado para servir y ejercer la polÃtica apegado a la ética. Por esa convicción es sencillo, honesto y trabajador. Puedo decir, a boca llena, que al designarlo el Presidente Danilo Medina escogió a un peledeÃsta integro y ejemplar.
Hace poco, estreche sus manos fugazmente. Y no importa si nos vemos o no. Lo trascendente es que está realizando una gestión encomiable como Cónsul General: identificación plena con las comunidades trasnacionales o diáspora, fomento de nuestra cultura, promoción comercial del paÃs, intercambios y diálogos con instituciones académicas, visita y asesoria a nuestros ciudadanos detenidos en cárceles y próximos a repatriación, entre otras iniciativas en beneficio de nuestros nacionales residentes en los Estados Unidos.
Porque hay una gran confusión en el común de la gente- entre lo que es un Cónsul y un Embajador. Un Cónsul es un funcionario encargado de mantener el vÃnculo de los ciudadanos de un paÃs con su gobierno, tradiciones y cultura,y sobre todo, velar -junto al embajador ante el gobierno del paÃs receptor- por la defensa de sus intereses, el respeto a su integridad y a sus derechos humanos, al justo reclamo laboral, judicial todo al amparo del derecho internacional- y de minorÃa. En cambio, un embajador es el representante diplomático-oficial -de Estado a Estado- de un gobierno ante un paÃs receptor para actuar en representación del Presidente o del gobierno, y, inconsecuencia, es el funcionario diplomático jerárquico. En sÃntesis: un embajador representa a un gobierno ante otro gobierno; diferente, un cónsul representa a sus connacionales -por mandato y definición de la Convención de Viena y por decisión del gobierno de un paÃs- donde ejerza como tal.
Por ello es tan importante la formación polÃtica-profesional de un Cónsul, pues cuando prevalece ese perfil o prerrequisito -y el actual Cónsul lo tiene- los ciudadanos de ese paÃs pueden decir que tienen, en el que ejerce de Cónsul, a un excelente servidor. Cuando sucede lo contrario, pierde el paÃs y, por vÃa de consecuencia, sus connacionales residentes en el paÃs receptor.
Pero volvamos al amigo y polÃtico de formación que es Félix Antonio MartÃnez (Ronny). Con su designación -en diciembre 2012- me alegre mucho, pues es de esos dirigentes polÃticos sacrificados y abnegados (valga la mención a: ¡Juan Simé!, entre otros) que se entregan a su partido por convicción y amor y que, muchas veces, son relegados al olvido, al zafacón; y en otras, ignorados sin misericordia ni reconocimiento.
Pero hay algo trascendente y loable que viene realizando el Cónsul General en New York: es que está actuando -tal y cual le instruyó el Presidente Danilo Medina- como un genuino representante de sus connacionales: sin banderÃas polÃticas, con todos y para todos, y algo muy importante, no haciendo caso a mediocres y resentidos de visión retorcida.
Y es que los puestos públicos, no son para parcelar hacia ninguna dirección. Porque un Cónsul es un ciudadano de un paÃs a quien, el gobierno o el Presidente, le dio -transitoriamente- el privilegio y el honor de servirles a sus conciudadanos en tierras extranjeras para que los represente, los defienda y les mantenga el vÃnculo con sus raÃces históricas y culturales.
Enhorabuena, amigo Ronny, y cuenta conmigo -en tu gestión como Cónsul y en tus aspiraciones futuras- a ningún precio. Al precio de una amistad solidaria y desinteresada.
Sigue cosechando éxitos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario